Si todo es Dios, Dios es también la oscuridad

Lava de ciervos, sangre infinita, dulce erupción que al cielo imita ¡no hables a los hombres habla a los soles! Esos soles blancos tan blancos en el fondo de la tierra, amores atroces, verdad hecha roca que besa su obra con lava exquisita. ¿Puedes oír, sombra aguzada, cómo estalla una música lejana?, extraña tormenta de lava tan lúcida, magma de hembra, toneles de líquidas piedras traslúcidas, bramidos y cornamentas con voz de espejismo. Dime Señor, ¿eres tú quien silba en el abismo? ¡Tú, con la alta trompeta de truenos de trinos de trono tritono que llama al ciervo a arder feliz sobre la piel de la Tierra! ¿Eres tú el que esconde al diamante en el fondo de la ciénega? ¿El que roba al poeta los ojos y a cambio le inventa una lengua? A tientas avanzas, Fiera proscrita de luz y abalorios, zambullida en las eras: bebe tu sangre de brisa marina con lava de ciervos con tinta bendita. Bebe y danza tus truenos porque, bien sabes, tras el caer de tu espiga, ¡que sólo arderá lo lleno de vida!