19122015




Con las manos llenas de notas y silencio, guía al humo desde el lugar donde el rojo de la piedra acaricia al tiempo, eEExtraño amigo que va, si desde la vida; que viene, si desde la muerte.
El tiempo. 
La caída. El silencio.
El silencio. La caída.
El tiempo.
Extraño amigo, tú me sabes, por tu dominio sobre aquello de lo que no se puede hablar: 
ese silencio entre todas las partes, ese trayecto que las une y las desbarata.
Me sabes en mi anonimato, como a todos.
Porque entrañas.
 La caída es un goce, tiznado de terror: 
como la nieve al caer sobre el copo, 
como la ráfaga que desnuda al santo en cada umbral. 
Con vulnerabilidad poderosa iluminas la vorágine que aquí se remolina, en este acontecer tan breve:
un silencio multiplicador de infinitas resonancias, un abismo humano.






Es éste el lugar de los huesos; la virtud de la montaña, 
el canto del bosque, 
la voz de la hoja, el aroma de la abeja.
 ¿Es éste el lugar de las horas? 
¿Soy yo la caída mientras viene lo que va?