Blue Klein, Vogue Paris photography Eric Traoré
Cuando lo quiero escuchar para mis adentros lo muevo un poco hacia la garganta y sin dejarlo caer, trae su eco. Cuando quiero compartirlo para sentirme menos sola, lo pongo en los labios pero al final, no me atrevo. Es un nombre secreto que ha guardado con recelo. Pero es un nombre terrible. Él tampoco puede hablar su nombre, sólo si está enamorado. Pero es un nombre terrible. Si alguien lo dijera en voz alta, alguien que no sean él o su amada, si alguien llegara a escucharlo, él moriría en ese preciso momento. Es un nombre muy pequeño y así de grande es mi miedo a cantarlo. Porque aunque suena a pájaros y bosques, me es ajeno; y aunque con sus letras genera la imagen de este hombre, me recuerda que no estoy entre sus brazos ni atrapada en sus labios cuando yo le quiero, le amo. Soy la reina de un país lluvioso. Y mi báculo, mi trono, mi reino, son muy grandes para un nombre tan pequeño. Estoy preparando un banquete, donde soy la única invitada. Y en la entrada a mi castillo he hecho grabar sobre piedras de travertino
So ist in jedem Anbeginn
das Ende nicht mehr weit.
Wir kommen her und gehen hin
und mit uns geht die Zeit.
das Ende nicht mehr weit.
Wir kommen her und gehen hin
und mit uns geht die Zeit.
De cualquier comienzo
no está lejos el fin.
Venimos y nos vamos
y con nosotros va el tiempo.
no está lejos el fin.
Venimos y nos vamos
y con nosotros va el tiempo.
Así, a buen tiempo, diré la primera letra y con otra, final, él vendrá y se irá para siempre. Quizá después haya una primavera temprana y los nombres no sean secretos ni terribles, y los amantes sepan hacer de las reinas solitarias, campesinas felices. Pero sobre todo, de los castillos, cielos abiertos con nubes que tengan los nombres más largos que se hayan oído.